HABEMUS PAPAM
Bueno ya tenemos un nuevo Papa, Francisco I. Creyentes o no, la noticia ha acaparado la atención de todos los periódicos y telediarios de todos los países del mundo. La nueva andadura vaticana no deja indiferente a nadie, todos esperan expectantes cuál será su política, ¿será progresista?, ¿o conservadora? Muchos confían en sus orígenes jesuitas, porque siempre han tenido su visión particular de la iglesia, haber elegido el nombre de Francisco parece hacer prever que su papado será cercano y su comportamiento desde su elección confirma esta cuestión.
De momento se está ganando a sus fieles, alejándose de esa imagen mayestática de otros papas, su sencillez y el seguir actuando como si fuera un sacerdote más dice mucho en su favor. Pero ¿será capaz de sobrellevar a esa curia que tiene alrededor de él? No nos engañemos, la Iglesia, como otras tantas cosas, está politizada, se crean intereses y luchas de poder, así ha sido desde hace siglos, no hay más que ver el caso Vatileaks, los innumerables asuntos de pederastia escondida y tapada por otros pontífices o los escándalos de la banca vaticana.
La andadura de este nuevo Papa comienza llena de problemas a los que debe dar solución y no ha de ser fácil. No esperemos grandes sorpresas en cuanto a cuestiones del matrimonio entre homosexuales, adopción de hijos por estas parejas o abrir el ministerio del sacerdocio a las mujeres. Hay cosas que necesitan mucho más tiempo para que cambien, quizá no cambien nunca.
La pederastia, por ejemplo, debe erradicarla. No consentir que a través de la fe, de su posición y de la confianza depositada en los sacerdotes por sus fieles, se abuse de niños y niñas impunemente. Esos niños, padres y familia no volverán a poner su confianza en la iglesia, que no significa que no crean en Dios, pero sí que no creen en los hombres que la gobiernan.
Si la actitud de Francisco I es sincera, quizás y sólo quizás, las relaciones con la Iglesia se suavicen, y los fieles cansados de atropellos y desmanes vuelvan al redil. Tal vez recupere algo de su pasado ancestral, cuando se predicaba con el ejemplo, cuando se ayudaba al necesitado, cuando no importaba que eras ni quien para que te dieran su mano y te ayudaran a caminar. Así sea.