EL SECRETO CONTINUACIÓN

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Sí, ese era el día que había conocido a Andrés y a su padre. El día que supe que había hombres que cazaban hombres, cuando entendí por qué la gente andaba con la vista baja sin atreverse a mirar de frente por miedo a ser detenidos, inculpados, castigados. Ese día en el que, por fin supe porque la abuela María no quería que nos acercáramos a los Lobo.

Cerré los ojos, hacía de eso tanto tiempo y sin embargo lo tenía impregnado en mi alma. Por eso mi afán de volver, de recuperar mi inocencia y mi felicidad.

No había nada más escrito, parecía que habían arrancado unas cuantas páginas. Eso era todo.

Mi desilusión ha sido muy grande. Tenía tantas esperanzas en encontrar algo que me ayudara a saber de mi pasado.... En mi memoria, sólo retazos de juegos en los campos y en el río, me atrevería a decir que Andrés me acompañaba en todos esos momentos pero no podía asegurarlo y él no parecía tener deseos de hablar de
aquella época.

La abuela me llama desde la cocina, la cena está preparada. En mi mente surge una idea, debo ponerla en práctica muy sutilmente o todo se irá al traste.

Bajo las escaleras como si acabara de recibir una sorpresa, sonriente entro en la cocina con el diario en la mano y doy un beso en la mejilla a mi abuela.

- ¿Sabes? He encontrado el diario de mamá -digo alegre mientras me lavo las manos- ¡Que
felices erais! ¿Verdad?

Me siento a la mesa y lo abro, la abuela lo mira sin sorpresa.

- Empezó a escribirlo en día de su boda. -Continuo mientras espero que la abuela tome
asiento- Debía estar tan bonita con su traje de satén....

A la abuela se le iluminan los ojos y medio sonríe. Es el momento.

- El abuelo todavía vivía, ¿no? Anda, cuéntame cómo fue ese día -pido entusiasmada.

La abuela sirve la sopa pausadamente.

- Eran otros tiempos, nena. Todo era distinto entonces.... -me mira y la sonrío. Ella mueve la cabeza-  Esta casa no estaba tan desvencijada y triste -se le iluminan los ojos- Los muebles entonces eran nuevos y los habían limpiado y pulido. En las ventanas colgaban cortinas blancas bordadas para la ocasión. Ese día amaneció precioso, la luz entraba a raudales haciendo que todo resplandeciese. Las flores adornaban todos los cuartos y el salón estaba lleno de los regalos que habían ido llegando. El ajuar de tu madre estaba expuesto ocupando 
los sofás y sillones. Entonces teníamos a gente trabajando para nosotros. En el prado habían colocado una gran pérgola y bajo su sombra las mesas donde íbamos a comer, vestidas con blancos manteles almidonados. Centros de flores en cada una de ellas, la cristalería fina, los cubiertos de plata.... Guirnaldas de flores adornaban la entrada de casa...

Se ha callado un momento, estaba muy lejos en aquel día, después ha continuado:

- Tu madre estaba preciosa, debo reconocerlo, a pesar de haberme opuesto a su vestido de satén que me parecía poco decoroso. Sin embargo ella lo lucía de tal forma que parecía un hada saliendo de un bello cuento. Tu abuelo ya estaba muy enfermo, por eso adelantamos la boda, pero esa mañana se levantó eufórico,
parecía un hombre más joven y fuerte....

- ¿Y tu abuela como ibas? -pregunto con interés.

- Está mal decirlo, pero por lo que decían todos debía ir muy elegante. Era más joven, más espigada y sin tanto dolor en mi alma -sus ojos se oscurecen.

-¿Y cómo era el vestido? -quiero que continúe, que no se pierda en los recuerdos amargos.

- Era de seda de gazar en rosa palo. Los zapatos estaban forrados de la misma tela. Creo que todavía andan por el desván. Estábamos todos muy guapos. -dijo riendo.

- ¿Y vino mucha gente?

- Estás muy preguntona.

- Es que tuvo que ser un día tan bonito....

- Si vinieron todos los amigos de la familia. Fue un día hermoso.

- Mamá habla de su amiga Elisa. Dice que era muy hermosa, la describe como un ángel.

- A sí, Elisa -la abuela no se da cuenta pero yo suspiro de alivio cuando ella contesta a mi pregunta- Una mujer preciosa, con aquellos cabellos dorados y sus grandes ojos verdes. No me extraña que la describa como un ángel, era lo que parecía. Una mujer tan bella por dentro como por fuera. Nada tenía que no compartiese con los demás. Fue una gran amiga de Lara, pasaban muchas tardes juntas, reían sin parar...

Ahora la pregunta delicada, ¿contestaría la abuela?

- ¿Y que ha sido de ella? No recuerdo haberla visto nunca.

- No podrías reconocerla. Ella era un ángel y su marido el mismo diablo. - su tono ha cambiado. Hasta aquí el interrogatorio, tendré que esperar a que pasen unos días antes de volver a preguntar- Ahora a cenar, que se enfría la sopa.

La conversación durante la cena se centró en el trabajo de la escuela, qué habíamos hecho quienes habían ido, como había regresado a casa...

- No te preocupes abuela, me ha acompañado Andrés. ¿Te acuerdas de él? -pregunto sin levantar los ojos de la sopa.

- ¡Vaya por Dios! -Exclama la abuela- Ya estamos a vueltas con ese chico.

- Parece buen hombre,  muy educado y amable. Gracias a él he tenido mucha ayuda.

- Sí, ya. No lo discuto, es hijo de Elisa, su misma bondad, no como...- La abuela se interrumpe- ¡Bueno, sea como sea no me gusta que  te vean con él a solas! Ya sabes las malas lenguas...

- Pierde cuidado, no creo que esté interesado en mí. Pero ¿sabes?, algunas veces parece tan atormentado...como si guardase un secreto, algo que le hace sentirse culpable...

-¡Anda, come y calla! ¡Cómo os gusta a las muchachas inventaros novelas! -Siento algo en su voz, ¿pena?

En mi cuarto entre las suaves sábanas desgastadas, arropada por el viejo cobertor cierro los ojos. Puedo imaginar el bullicio y la alegría, las risas que impregnaron esta vieja casa y no sé por qué me siento feliz.


Continuará........